Lejos de ser uno de esos días
tristes y opacos que uno omite en su biografía, el balance que hay que hacer
sobre este trepidante viaje es muy positivo. Pasamos un fin de semana
inolvidable en muchos aspectos.
El camino hacia el recuerdo de un
tiempo pasado se tornó dulce. El volver a disfrutar de un tiempo con los amigos
de siempre y pasar breves momentos de tu vida con aquellos a los que
normalmente no les dedicas el tiempo que debes, la familia, no puede tener
nunca una valoración negativa. Eso es lo que siempre quise, ver el tiempo pasar
al lado de los que quiero. A esto hay que sumar que esta vez el maratón no lo
correría solo sino con un grupo de lo más selecto y granado del club, ese club
que también me aporta tantas alegrías.
Los preámbulos fueron como de
costumbre. Porque eso es lo que podemos controlar y siempre intentamos que sea
igual. Las comidas, los paseos, las tensiones… lo bueno es que esta vez se
hicieron más llevaderos por la compañía. Nunca pensé que formando parte de un
club llegaríamos tan lejos y la verdad es que fue muy agradable.
En mi caso las dudas previas eran
mayores que en otras ocasiones debido a un dolor que tengo en el cuádriceps de
la pierna derecha. Eso hizo que me tomara las cosas de otra manera y que sobre
todo, disfrutara de esta experiencia con otra visión.
Ya clarea el día, la ciudad
despierta, el día es perfecto para correr (luego pasaremos calor) no sé
realmente hacia donde me encamino, no sé en qué momento la pierna fallará, pregunto qué hora es, miro por la ventana del
taxi que nos vino a recoger, otros corredores caminan en la misma dirección que
nosotros. Llegamos al estadio entre risas y bromas de corredores nerviosos.
Todo es un baile de ritos y manías, cada uno con las suyas, pero todas
parecidas y razonadas. Se acerca el momento.
Esperamos en las entrañas del
estadio retratando el momento previo y realizando las pertinentes rutinas para
darle al cuerpo su punto exacto, el ropero es un mero trámite, bien organizado
y sin apreturas. Todo parece listo y nos toca andar hasta la salida.
Los saludos y deseos de bonanza
en la carrera son el último punto antes de comenzar a separarnos por pretensiones
más que por realidades. Este será el último momento en que nos veamos antes de
que acabe la carrera y nos contemos nuestras andanzas y nuestros infortunios. Ahora
estamos listos para lo realmente interesante, lo que no llegas a controlar, la
carrera. 42 kilómetros de lo más selecto de Sevilla, bonito recorrido, sin
desniveles, con buenos avituallamientos, todo bien montado.
Tengo la suerte de tener a mi lado
en todo momento a una de mis referencias en esto de correr, un verdadero
fenómeno, al que cuesta seguir tanto por su gran calidad con las zapatillas
puestas como cuando se las quita. Lo bueno es que en este club eso es una
constante.
Es cierto que su máximo objetivo
es batir a otro fenómeno, su cuñado, con el que siempre anda a la gresca. Estos,
junto a un gran compañero de lluvias, traspiés, cuestas, risas… son mi grupo de
referencia, a los que persigo para hacer mis marcas y a los que deseo que no bajen
su rendimiento para poder mejorar el mío.
Es cierto que por delante tenemos
a nuestro gran bastión y gran figura de este club al que todos envidiamos por
su calidad pero también por su reloj rojo. Como siempre no falló he hizo un
gran maratón.
A Pedro solo le pude acompañar
hasta el medio maratón y fue una lástima que después no pudiera mantener el
gran registro que llevábamos hasta ese momento. Igual pasó con Carlos que fue
tocado durante gran parte de la prueba. Antonio por su parte hizo su mejor
marca. Son atletas que lo dan todo en carrera y buscan el máximo y en ocasiones
no sale del todo como se quiere. Pero volverán a caminar entre la tormenta cuando
vuelva a llover.
Tengo que realizar una mención
especial y agradecer el apoyo recibido en la carrera por parte de los
acompañantes, de las familias que viajaron con nosotros. Esta vez sentí una
emoción especial, tal vez por saber que el dolor iba en aumento y que pronto
debería abandonar. Primero a los más cercanos que hicieron que un gran
escalofrío recorriera mi cuerpo y que por un momento se me olvidaran todos mis
males, fue un analgésico muy dulce. Después para el resto de familiares que nos
hicieron sentir como en casa, ese kilómetro 17 fue inolvidable.
En este punto veo a Juancar que
no puede correr este maratón por lesión y me acuerdo de lo increíble que fue el
momento de la recogida de dorsales el día anterior y de la emoción que pasé
junto a Manu cuando su tristeza por no poder correr el que iba a ser su primer
maratón me llego al alma. Me dije que aunque no pudiera hacer nada para que él
corriera este maratón no podía ser uno más, sabía que no podría mejorar mi
marca y dedicárselo pero me dije que correría todos los kilómetros como si fueran
los suyos.
Y a partir de aquí comenzó mi
segunda parte, la de ayudar a los que venían detrás, la de gregario que da agua
y geles sabiendo que aunque no pueda más debe dar algo al equipo antes de apartarse
a un lado y animarles para que ellos, que sí que pueden, logren sus objetivos.
Y así fue, a veces solos y otras
veces en compañía, como todos me fueron pasando. Primero Nico, luego Mesto con
buena cara, aunque al final le costó ( me dijeron que en los últimos metros
paró de hablar). Ángel y Antonio con buen ritmo y sabiendo lo que hacían. Ángel
está de dulce y se ha preparado a conciencia, le salió de maravilla, todo
pundonor, gran corazón. Antonio, aunque no pudo seguirle acabó muy contento,
veterano con mucho saber hacer, con el que da gusto compartir una charla atlética.
Tiene mucho que aportarnos.
Por detrás viene Juanjo como si
no le costará preguntando por los de atrás, la sensación es que va bien aunque
la distancia le pasará factura. Tiene muchas ganas y eso le hará mejorar mucho
en poco tiempo. A continuación Ángel Sánchez tirando de genética, estos Sánchez
no tienen sangre, están hechos de un material especial, otro con un
sobresaliente en buena gente, gran maratón. Le acompaña el rookie, Roberto, que
en los días previos mostraba sin disimular su miedo a la prueba pero que nos
demostró que si te lo preparas bien, como ha hecho él, se puede hacer y muy
bien como lo hizo. Su alegría es la que más me llegó, seguramente porque Manu
también entraba en ese lote de los nuevos a los que quieres que tengan una
buena experiencia y no lo dejen nunca, porque su empuje y emoción no se nos
tiene que olvidar a los que llevamos quince maratones.
Ya solo me quedaba esperar a que
pasara David, que empezaba a dar síntomas de que la cosa no iba como él
esperaba. Llega hasta donde estoy y me anima a acompañarle. Por momentos creo
que le agobio y muy a mi pesar mi triste carrera le deja rezagado. Yo sé que él
es un hombre de hierro y que poquito a poco va donde se lo propone, sé que
llegará al final, sé que no se rendirá, él no es así. Pasamos muchos kilómetros
juntos y le ayudo en lo que puedo aunque entre los dos no hacemos ni un
corredor. Normalmente no gozo de su compañía y me sirve para escucharle y ver
lo importante que es para nosotros lo que hacemos. Quiero llegar con él al
final, puede ser bonito compartir ese momento lejos de nuestro hábitat con un
compañero de club, y nuevamente la situación supera todas mis expectativas. Veo
pasar a David con los ojos vidriosos la línea de meta como el día de antes se
los vi a Manu. Si hace tiempo que lo que busco es sentir, pues toma dos tazas.
Ya volviendo, tras reponer
energías con suculentas viandas olvidadas en los días previos por aquello de la
dieta del corredor, le doy más sentido a esto que tanto nos gusta. Un gracioso
comentario en el hotel con Roberto y posteriormente una reflexión en el tren me
hacen pensar.
La magia de correr es hacer algo
antinatural. Algo que el resto de mortales no entiende y que jamás entenderá. Mucha
gente se pregunta por qué hacemos tantos kilómetros, por qué pagamos por unas
zapatillas pronadoras, por qué salimos cuando llueve.... Solo nosotros sabemos
qué se siente al levantarse temprano para correr, lo mal que se está cuando te
lesionas, las palizas de los sábados, las series, las cuestas, los ritmos…
Por todo esto, por la calidad
atlética y humana de este grupo y de todos sus acompañantes, este maratón
Sevilla 2015 ha sido muy especial.
Volveré a tropezar aunque ahora
diga que no.
Juan, tienes el don de hacernos aflorar la sensibilidad a flor de piel. Eres grande, como corredor y mas como persona. No tuviste tu día en Sevilla, pero conseguiste mucho mas que cruzar una linea de meta en un Maratón, conseguiste el reconocimiento de todo tu club que nos hace sentirnos muy orgullosos de tenerte entre nosotros.
ResponderEliminarGracias Alex. Tu reconocimiento hace que sigamos trabajando y haciendo que esto funcione sabiendo que detrás de todo esto existe un grupo de gente sensacional.
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