sábado, 24 de marzo de 2018

INTERPARQUES. LA LEYENDA.

Nota aclaratoria para el lector ajeno al grupo. Hágase constar que en lo que aquí puedas leer no hay un centímetro, un gramo ni un bidón de proteínas de falsedad ni de exageración. Que este grupo es así. Si, si, así como lo lees.

7:30 a.m. de un sábado cualquiera de un mes de frío. Todo preparado desde la noche anterior. Abajo me espera Alberto, nervioso desde el día anterior. Tras un breve juego de escondite aparece Mónica con cara de sueño. Eso no sería nada insolito sino tuviéramos por delante una leyenda de esas que te cuentan tantas veces que no sabes si es verdad o una invención cualquiera para asustar a los niños.

Vamos al encuentro de otros marineros que han escuchado también esos cantos de sirena y que han sucumbido a sus encantos. Incautos.

Primera en la frente la vuelta para llegar al punto de encuentro, la boca del metro de El Capricho. Caprichoso nombre para ser el principio y el final de la ruta preparada con cuidadoso celo por Alex, el anfitrión.

Allí nos encontramos con el resto de la expedición llegada desde diferentes puntos de la geografía para confluir en una animada salida hacia los parques que nos aguardan.

Empezamos fuerte y cargados con nuestros aperos, zapatillas y mochilas para ir haciendo probaturas de los materiales para eventos futuros. Vamos camino del Wanda Metropolitano donde alguno rinde pleitesía a su santuario y dejándolo atrás nos encaminamos al primer parque, el parque del Paraíso. En este punto nos atrapará Mesto que le da más chispa al grupo.

Nos cruzamos con Infestas que para a hablar con Alex. La élite se entiende con solo mirarse. Hacemos una reverencia a un astro del atletismo madrileño y nos damos cuenta que nuestro Alex es premium.

Transición entre parques por las calles de Simancas para alcanzar las primeras dudas con la presencia de alguna rampa sospechosa en el plácido camino hasta ahora recorrido. Enseguida alcanzamos el pequeño pero muy agradable parque de La Quinta de los Molinos. Varios giros entre los árboles, alguna foto para el recuerdo y a continuar el viaje.

Nueva transición esta vez por caminos que se hace más entretenida. Pasamos la mitad del recorrido. El grupo no afloja y aunque el final se ve lejos los ánimos no bajan. Poco después alcanzaremos el tercer parque, el Juan Pablo II. Aquí ya comienzan a aparecer síntomas de que la hazaña será dura. Los geles de arroz con liebre florecen y el agua se torna imprescindible. 

Mónica comienza a sufrir pero aguantara estoicamente hasta el final. Sin quejarse de palabra pero si con el gesto. Aunque siempre irá muy acompañada y arropada por el resto. Sobre todo por sus lugartenientes los ángeles. Dos individuos que son lo más parecido a los Tarahumara que yo conozco. Son "Taraos urbanos". Son capaces de recorrer largas distancias cansándose menos que el resto de mortales. Fuman hierbas raras en pipas de la paz y beben brebajes dignos de Panoramix. 

Muy atento y servicial estará siempre al quite Juan de Todos los Nombres. Y es que aquí somos muy dados a poner nombre a todo menos a Juan que le ponemos nombres todos. Él lo lleva a parte iguales con humor e insultos varios. 

Vamos camino del cuarto y más grande de los parques, el Juan Carlos I. Bordeamos el Ferial y pasamos por el campo de golf para llegar a la puerta por la que entramos. Entre tanto Antonio Rus, representante de los gorditos, marcha en plan estelar. Sin prisa pero sin pausa con deseo de perder algo aunque sean kilos. Por contra Antonio Rueda sigiloso y cauto acumula kilómetros para el cercano maratón de Madrid. Isra recién llegado del Polo Norte sigue a su ritmo como de costumbre. ¡¡Qué máquinas!!

Ya dentro del parque el ritmo se acelera a pesar de los kilómetros acumulados. De repente Pedro y Juancar cogen velocidad y por un momento pensaba que saldrían volando. Menudo tirón. Omitiré el ganador pero alguno está que se sale. Por detrás el tigre me recuerda viejas historias cuando chocamos contra un viento como el cierzo. Pronto repetiremos antiguos recuerdos. Le prometo ser el cronista de su próximo Ironman. Menudo animal.

Cuando las dudas llegan al grupo realizamos votación para realizar la ruta clásica o acortar. Craso error, la respuesta estaba clara, se sigue hasta el final. Si se dice se hace. Así damos el último repaso al parque y le decimos adiós para encaminarnos al último y más bonito de todos los parques recorridos, el parque de El Capricho. Un premio visual que, sin estar en su máximo esplendor, es una delicia.

Vuelta y salida hacia los metros finales para completar los 30 kilómetros recorridos. Fin. Aplausos, parabienes y felicitaciones varias. Despedida de algunos y desayuno merecido para otros. Un placer cumplir con las promesas realizadas, toca pagar el desayuno. 

Nota al margen: Para lo que hemos pagado bien hemos disfrutado de la carrera de hoy cumpliendo con la leyenda y convirtiéndonos en parte de ella. Carrera que se recordará una y mil veces y seguirá engrandeciendo la historia.

Como en toda carrera al finalizar yo he conseguido mis regalos. Bueno realmente los he ido consiguiendo a lo largo de la semana:

- El premio de conseguir que alguien se acuerde de ti cuando tiene algo que dar. Gracias Ángel. Detallazo. 

- Que un compañero de caminos te haga un regalo cuando no lo esperas, nuevamente alguien se acuerda de ti. Gracias Alberto. Ya llevaré algo compartido a las próximas aventuras. Detallazo.

- Es verdad que lo material no es a lo que más valor doy pero eso me hace sentir y como todo lo que se siente queda grabado con más intensidad. Siento que la gente que forma este grupo y me rodea tiene buenos y grandes valores. Gracias por vuestra generosidad. Engrandecéis el grupo.

- También he ganado el premio de tener unas orejas que escuchan y unas bocas que ofrecen ayuda en los momentos difíciles. Animan y apoyan sin mirar atrás.

Gracias a Alex por guiarnos en esta ruta enorme en la que tan bien lo hemos pasado y con la esperanza que estos encuentros lejos de Velilla se repitan en un futuro no muy lejano guardo las zapatillas enceradas y mi recuerdo en su rinconcito para que descansen.















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